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Alimentación en bebés de 6 a 12-18 meses

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A lo largo de la infancia podemos encontrar diferentes etapas donde en cada una de ellas, la alimentación se adapta a las necesidades y a los requerimientos del niño en ese momento. No es lo mismo la alimentación del niño cuando tiene 10 meses de vida que cuando ya ha cumplido 5 años, varía tanto el valor nutricional de su alimentación como las preparaciones culinarias y presentaciones de los alimentos.

Según el Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría, los periodos de alimentación infantil se dividen en tres:

  • Periodo de lactancia: que abarca los primeros seis meses de vida
  • Periodo transicional: que va de los 6 meses hasta aproximadamente 1-2 años.
  • Periodo de adulto modificado: que va desde la edad preescolar hasta los 7-8años, hasta que su alimentación es igual a la del resto de la familia.

 

Centrándonos en el segundo periodo de la alimentación infantil, es en este donde iniciaremos la diversificación alimentaria.

 

Cuándo comenzar a introducir nuevos alimentos

 

Aproximadamente a los 6 meses de vida, aunque puede variar de un bebé a otro, se hace necesario incorporar alimentos que complementen la lactancia materna para poder satisfacer los requerimientos energéticos y nutritivos del bebé y poder continuar con un crecimiento y un desarrollo óptimo y un adecuado estado de salud. Es entonces cuando el bebé empezará a mostrar diversos signos de interés hacia los alimentos y sin pasarlos por alto, debemos responder a esta demanda.

La incorporación temprana de otros líquidos o alimentos incrementa el riesgo de que el bebé sufra afecciones indeseables.

 

Conociendo y disfrutando de los alimentos

 

En este periodo además, se inician otros tipos de aprendizajes junto a la alimentación:

  • Un aprendizaje mecánico: el bebé debe aprender a masticar, a tragar, a coger los alimentos con las manos y descubrir texturas, llevárselos a la boca y descubrir diferentes olores y sabores. Es aconsejable que los bebés experimenten con la comida, la toquen, la huelan y la prueben ya que así se familiarizan con los alimentos y los aceptan mejor. También debemos promover la autonomía del niño, sentándolo en la mesa junto al resto de la familia, siempre bajo la supervisión de un adulto.
  • De conducta alimentaria: los momentos en los que estamos comiendo con el bebé, estamos mostrándole como son nuestros hábitos alimentarios. Por ello es importante que estos sean los adecuados ya que en este periodo van a desarrollar sus preferencias alimentarias y una vez instauradas estas permanecen fijas y son más difíciles de cambiar.

 

Siempre deberemos respetar las señales de hambre y saciedad del niño cuando les ofrezcamos los alimentos. Hay niños que son muy comilones y todo les parece bien y otros que con poca cantidad ya se sentirán saciados, dependerá del niño y de sus necesidades. También deberemos respetar sus gustos y preferencias hacia los alimentos. Tenemos a nuestra disposición una amplia gama de alimentos y si rechaza unos alimentos podemos escoger otros dentro de un mismo grupo y no preocuparnos si hay algunos alimentos que no quiere. Tiene derecho a que no le gusten algunos alimentos, pero es importante habérselos ofrecido en diferentes ocasiones y en distintas preparaciones. Es muy habitual que cuando mayor interés mostramos los padres para que se coman un alimento, ellos muestran un menor deseo por los mismos.

 

Otras ventajas de la lactancia materna

 

Otra de las muchas ventajas que tiene la lactancia materna tiene que ver precisamente con la aceptación o no de nuevos alimentos. Durante la lactancia materna, se trasladan los aromas y sabores de la alimentación de la madre a través de la leche, de manera que el bebé está más familiarizado con diferentes sabores, y aceptará mejor nuevos alimentos. Es importante entonces que la madre, tanto en el embarazo como durante la lactancia, su alimentación sea muy variada e incluya alimentos muy variados.

Por otra parte, uno de los riesgos y perjuicios de la alimentación con sucedáneos para el lactante son las dificultades en la adaptación a la alimentación complementaria por el hecho de que el sabor de la leche no se modifica en ningún momento.

 

Cómo incorporar nuevos alimentos

 

El paso de alimentarse exclusivamente con leche materna (o en su defecto lactancia artificial), un alimento líquido y con una temperatura agradable para el bebé, a incorporar otros alimentos complementarios, de diferentes texturas y temperaturas, requiere de cierta lentitud y una actitud positiva para al final transmitirle seguridad y confianza al bebé. Es un periodo de muchos cambios ya que también se añade el hecho de estar siempre junto a la madre, de manera relajado, a formar parte de la familia en la mesa y a utilizar utensilios para comer.

Por parte de los bebés estos cambios son mayoritariamente bien aceptados ya que se encuentran en una etapa en la que todo les atrae y muestran curiosidad por cualquier cosa.

 

¿Cómo empezar a incorporar los alimentos?

 

Decir por cuales alimentos se debe empezar la alimentación complementaria sería bastante contradictorio. Cada país, cada cultura o cada familia tiene unos hábitos adquiridos y es esta la que decide como hacerlo. No es por lo tanto una parte relevante a destacar.

Empezar por ofrecer alimentos de origen vegetal como cereales, incluso con gluten como indican varios estudios, frutas o verduras son todas opciones válidas y todos acabarán formando parte de la alimentación del niño. Estos pueden utilizarse como fuentes alimentarias principales junto a la lactancia materna (o lactancia artificial) según la ESPGHAN y otras entidades como la Academia Americana de Pediatría.

En cuanto a los alimentos de origen animal, según la OMS incorporar de manera temprana alimentos como carne, pescado o huevos puede ser perjudicial para el bebé y generar efectos adversos como sobrecarga del hígado y de los riñones. Por ello se aconseja tomar de estos alimentos, raciones pequeñas entre 20-30g/día de carne o 30-40g/día de pescado, preferiblemente una vez los alimentos anteriores ya estén instaurados en su alimentación diaria.

Otros alimentos como el yogur natural o quesos frescos, se pueden ofrecer a partir de los 10 meses, una vez bien aceptados alimentos de los grupos anteriores.

No es necesario aportar alimentos especiales diseñados para bebés ya que estos acaban apartando al bebé de la alimentación del resto de la familia.

Es importante incorporar los alimentos de manera gradual. Ofreceremos los alimentos al bebé de uno en uno para valorar su tolerancia y los posibles efectos adversos que puedan ocasionar, como diarreas, vómitos, erupciones, etc. En este caso es recomendable acudir a un centro médico.

Si después de varias repeticiones de ofrecer un mismo alimento, el niño lo tolera bien, seguimos con la incorporación de otro alimento nuevo. No olvidar que muchos alimentos preparados contienen diferentes alimentos, por ejemplo un rebozado lleva en su preparación huevo (entre otros) que posiblemente todavía no haya probado.

Además se recomienda que la incorporación de nuevos alimentos se realice en la toma de medio día para poder detectar sin problemas las posibles reacciones adversas. Una vez vemos la buena tolerancia del alimento, podemos ofrecérselo en el momento del día que consideremos más oportuno.

 

¿Cómo presentamos los alimentos?

 

Para empezar a incorporar los alimentos en la alimentación del bebé se sugiere iniciar con preparaciones tipos purés o triturados, y poco a poco ir modificando la textura hasta que al año de edad, la alimentación sea en gran parte con alimentos enteros, lo más parecida a la comida de la familia.

Los purés se pueden preparar con la leche materna como base y así aportar un sabor más suave, y reconocido por el bebé ayudando así a una mejor aceptación de alimentos. Además contribuye al aporte de leche necesaria en esta etapa situada en un mínimo de 500ml a partir de la continuación de la lactancia materna a demanda o de leches artificiales. La leche de vaca la podremos incluir en su alimentación a partir del año de edad siempre vigilando su tolerancia en tomas en las que lo podamos controlar.

En la preparación de los alimentos podremos añadir aceite de oliva en pequeñas cantidades. Una cucharada sopera al día es la medida aconsejada. También evitaremos el uso de la sal para condimentar y tampoco es necesario añadir azúcar en yogures u otras preparaciones.

 

¿Qué alimentos debemos evitar?

 

Por la toxicidad que presentan algunos alimentos, es importante evitarlos durante los primeros años vida.

  • Algunos pescados azules tales como: pez espada, lucio, tiburón, atún rojo o conservas de atún por su elevado contenido en mercurio.
  • Cabezas de gambas, langostinos y cigalas o el cuerpo de crustáceos similares al cangrejo por tener un alto contenido en cadmio, otro metal pesado que se acumula en nuestro organismo.
  • Espinacas y acelgas también deben evitarse o ofrecerlas en cantidades muy pequeñas ya que contienen nitratos.
  • Carne de animales de caza ya que contienen plomo proveniente de la munición.

 

También deberían evitarse aquellos alimentos que no forman parte de una alimentación saludable o que no tienen valor nutritivo, incluyendo bebidas azucaradas, café, té o el alcohol.

Otros alimentos con los que tendremos especial cuidado son aquellos susceptibles de que el niño se ahogue: frutos secos, olivas con hueso, cerezas, patatas chips, etc. La supervisión de un adulto cuando el niño está comiendo es imprescindible.

 

Conclusiones

 

En conclusión, se trata de incorporar de manera progresiva los alimentos hasta llegar a una alimentación lo más similar al resto de la familia. Poco a poco el bebé pasará a comer de 4-5 veces al día más la demanda de lactancia materna, que nunca debería excluirse o desplazarse de la alimentación del bebé.

No olvidar que el periodo de transición en la alimentación infantil es un periodo de aprendizaje y los hábitos que enseñemos al niño en esta etapa, serán los que quedarán fijos en sus preferencias y en su alimentación futura. Si estos no son los adecuados, el crecimiento y desarrollo del niño puede verse comprometido.